QUERIDA Mª ÁNGELES

Escribe Irene Vallejo en uno de sus artículos que la muerte de un ser querido nos empequeñece, que la pérdida de alguien a quien amábamos es como si se desprendiera un trozo de nosotros mismos y que, para no admitir la disminución, para enlazarnos con lo que ha desaparecido, hablamos a los muertos.

Es cierto, todos lo hacemos. Nos cuesta admitir que nuestra conversación ya no les importa, que lo relevante es aquello que modelaron en nosotros mientras los tuvimos cerca.

El 2020 empezó mal, con la peor de las noticias, y ya no hubo manera de enderezarlo: un año convulso donde lo urgente nos ha impedido ocuparnos de lo importante; tan pródigo en renuncias y carencias que incluso nos ha negado el consuelo de un duelo sosegado por M. Ángeles, que nos ha privado de recordarla con los compañeros, de evocarla con los alumnos, de añorarla con los amigos. Queremos compartir con los que la conocisteis el homenaje a la compañera, la despedida a la amiga.

Como compañera, es fácil definirla en una palabra: certeza. La certeza de su vocación docente, del trabajo bien hecho en tiempo y forma,  del rigor en la documentación…. Siempre inquieta, siempre rápida, escondiéndose detrás de su letanía favorita, “yo cada vez sé menos", trabajar con ella era como hacerlo con seguro a todo riesgo.

Desde el principio supo transmitir esta seguridad a sus alumnos de modo que pronto dejó de ser M. Ángeles para subir en el escalafón al grado de los pocos que se ganan el artículo  delante del apellido: La Repiso. Lo que no imaginan los alumnos son las horas de trabajo detrás de esa certeza, de esa seguridad, los paseos que les dimos a sus apuntes porque quería echarles otro vistazo en casa, las reuniones hasta en los recreos, los  mil repasos en la corrección de exámenes y su insistencia (libra tenías que ser) para que se aplicaran  con rigor y uniformidad los criterios de evaluación en el departamento.

Como amiga, recordamos que nunca llegó tarde a una cita y que nunca nos faltó un “qué bien lo hemos pasado” después. En cada encuentro M. Ángeles disfrutaba de la amistad y contagiaba el disfrute al grupo. Nos hablaba con cariño y orgullo de aquellos a los que llamaba  “mis chicos": su Pablo, su Miguel, sus padres, sus amigos, sus alumnos, sus compañeros…

Se ocupaba de todos y se preocupaba por cada uno, damos fe. ¡Ella, que intentó no ser motivo de preocupación para nadie, incluso en los meses de enfermedad! 

Querida Mª Ángeles, compañera, amiga, maestra de tantas cosas: aunque ya no te importe, seguimos hablándote, ya ves.  Gracias y hasta siempre.

Charo Regidor, Charo Ibañes, Julián Escudero, Pilar García




Comentarios

Entradas populares de este blog

DEL FÚTBOL AL PÁDEL: ALEJANDRA ALONSO CAMPEONA DE EUROPA

ESTRENAMOS HILO: LA CANTERA DEL REAL VALLADOLID SE FORMA EN EL NÚÑEZ

NOCTUNARTE (ARTE, MODA Y DANZA EN EL NOCTURNO)