QUE TENEMOS QUE HABLAR DE MUCHAS COSAS, COMPAÑERA DEL ALMA, COMPAÑERA
Hace un año se despertó 2020 con una noticia triste para la comunidad educativa del IES “Núñez de Arce”. Nuestra compañera Mª Ángeles Repiso nos había dejado. Así, como si hubiera sucedido algo que no debía suceder, recuerdo aquel 1 de enero del año pasado. El desconcierto, la pena, la ausencia. Sentimientos teñidos de grises que, con el transcurrir de los días, han ido abriendo paso a una claridad mayor. Porque tú, Mari Ángeles, eras de todo menos gris, eras claridad y fuerza. Imposible permanecer en los tonos oscuros cuando te recordamos caminando con urgencia y decisión por los pasillos del centro en el que compartíamos oficio.
Es
inevitable que aflore un recuerdo agradecido -recordar al fin y al cabo es traer
de nuevo al corazón- de quien fue compañera de fatigas y alegrías en el
apasionante y difícil trabajo de tiza y pupitres. Mujer entregada y apasionada
en lo profesional. No hay términos neutros que definan a nuestra compañera. Aún
la recuerdo en su sitio de la sala de profesores poniendo en movimiento a todo
el mundo, lo quisieran o no. Si algo tenía Mari Ángeles era una energía a la
que era difícil sustraerse. No hacía nada a medias ni con desgana, cada
discusión sobre sintaxis, morfología o la más insignificante preposición
parecía convertirse en asunto de estado o en el anuncio inminente del
Armagedón. Todo había que tratarlo con una profundidad exhaustiva, como si ese pequeño
detalle fuera lo más importante del mundo. Y es que en el fondo era así, como
si con su manera de proceder nos dijera que no había nada insignificante, que
todo tenía su importancia y había que concedérsela.De esta actitud, de esta
pasión, nos hemos beneficiado compañeros y alumnos. Tu buen hacer, tu
arrolladora energía, tu preocupación continua por formar lejos de la
mediocridad y buscando siempre la excelencia es lo que nos has dejado como un
valioso legado que intentaremos continuar.
Desde
aquel 1 de enero hemos vivido situaciones excepcionales y complejas que nos han
impedido, por el momento, despedirte con el calor que merecías. Ha sido un año
de silencio, es cierto, pero no de olvido. Vendrán días en los que podamos
despedirte como mereces, aunque decir adiós a aquellos que queremos siempre
resulte complicado. Por eso, un año después sigues estando presente en
conversaciones, referencias y recuerdos que afloran con naturalidad.
Nos
han quedado conversaciones por terminar, teorías y terminología lingüística por
discutir, leyes de educación por criticar, risas que compartir, comidas por
celebrar. Como si no hubiera pasado el tiempo, de alguna forma sigues presente.
Permite que tome prestadas las palabras de Miguel Hernández, cuya ‘Elegía a
Ramón Sijé’ decías ser uno de los más bellos cantos de despedida y de amistad.
Sé que de alguna manera, de otra forma, quedarán palabras por compartir:
“A las aladas almas de las
rosas...
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero”.
Compañeros
siempre. Con mi respeto, gratitud y aprecio.
Luisa María Armenta
Jefa del Departamento de Lengua Castellana y Literatura
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