HOMENAJE A MARÍA ÁNGELES REPISO EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

 “En la lengua castellana existen tres tipos de géneros. Está el género masculino, el género femenino y el género TONTO, y me estáis dejando cada vez más claro que varios estáis en este último".

Que irónico es al recordar en estos instantes las clases durante las cuales nos explicabas y repetías, sin agotar tu infinita pasión, qué era el Ubi sunt? hasta grabárnoslo a fuego. “Este recurso significa ¿Dónde estás? ¿Qué fue de ti? ya que todos tras morir volveremos a ser polvo. La muerte se lleva por igual a reyes y mendigos” explicabas.

En este desconcierto nos dejó, tras fallecer el primer día de enero de 2020 derrotada por el cáncer, María Ángeles Repiso Vicente, profesora de Lengua Castellana y Literatura del Instituto de Secundaria Núñez de Arce, una de las más temidas y reconocidas por sus estrictas clases.

Tus alumnos -aunque sufríamos mucho en tus clases porque eran muy difíciles, pero luego te lo agradecíamos mucho porque nos dabas una base digna para sacar sobresalientes más adelante (comprobado)-, nunca olvidaremos la tremenda pasión que transmitías en cada explicación; tu perfeccionismo ante los esquemas que teníamos que copiar -si lo hacías un poco diferente te ordenaba repetirlo y repetirlo de nuevo hasta que lo hacías a la perfección-; las pizarras, las veces en las que sacabas a uno de nosotros para corregir una frase y que por mínimo que fuera lo que ponía bien le felicitabas triunfantemente, y por cada fallo un grito de rabia: "¡¡No habéis estudiado nada!!" a todos -salías tan rayado de cada clase que no sabías si lo habías hecho bien o mal-; nunca olvidaremos los poemas que nos hacías aprender de memoria para luego recitarlos a pleno pulmón en clase mientras algunos intentaban hacer playback para que no les pillaras; y que sin que dijeras nada dabas la sensación de que lo sabías todo. Aquellos poemas desde Castilla de Manuel Machado o más conocido como “-Polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga” hasta la Égloga primera de Garcilaso de la Vega, pasando por el Romance del prisionero, la Copla número III de Las coplas a la muerte de su padre o el Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega (“En tanto que de rosa y azucena…”). 

Además de enseñar lengua, nos dabas lecciones de vida. Nos contabas anécdotas de tu vida, como aquella vez que una señora que montaba en bicicleta casi te atropelló por la acera, pero ella se cayó y se hizo muchas heridas mientras que tú no te hiciste ni un rasguño. Todo para avisarnos de que el karma existe, por lo que no debemos ir con la bicicleta por la calzada peatonal. O la vez en la que te quejabas de la cantidad de simbologías que había en el libro de El lazarillo de Tormes, donde “romper los primeros zapatos” significaba perder la virginidad: “Es que de verdad, los de los análisis sacan de donde no hay, romper zapatos es que se te rompen los zapatos por andar mucho y sin más” decías quejándote.

Repiso, aparte de ser profesora en sí, también daba un enorme apoyo a nuestro coro. Querríamos agradecerte por darnos tanto ánimo al coro del Núñez del Arce -actualmente Ateneo Coral- siempre yendo a nuestros conciertos y sentándote en primera fila junto a Charo Parte, la profesora de música, y Pilar López Labrador, de inglés. Y, tras acabar, nunca faltabas para felicitarnos por lo bien que lo habíamos hecho. También querríamos agradecerte por fardar en tus clases, siempre que se podía, de lo maravilloso que era el coro del Núñez y aconsejar a tus alumnos a que se apuntaran. El aprecio que le tenías era tan grande que a más de uno nos sorprendió cómo permitías encantada a los coralistas salir de tus clases si tenían que preparar algo mientras que a otros asuntos o te negabas rotundamente o te quejabas.

Definitivamente, el Núñez ha perdido a uno de sus profesores más icónicos, pero tu recuerdo nos acompañará por siempre.

Descanse en paz y mil gracias por todo lo bueno que nos aportaste.

Elena Yin, 2HB (recopilación de memorias)